ISABELLE SCHELTJENS
Isabelle Scheltjens, o el dominio de la luz y el color a través del cristal
Isabelle Scheltjens se ha sentido atraída por las artes desde que era niña. Su carrera académica en el arte comenzó en el SISA, el Instituto de Artes Decorativas y Oficios de Amberes, donde se sumergió en diversas disciplinas artísticas. Pero fueron los complejos diseños de su marido, Dirk Nefs, los que la inclinaron hacia el vidrio.
A lo largo de los años, Isabelle se ha dedicado a la meticulosa práctica de ensamblar numerosas piezas de vidrio coloreado, un proceso minucioso que es tan esencial para refinar su técnica como para profundizar en su comprensión de la teoría del color. Con el tiempo ha desarrollado un método particular de fusión del vidrio, que consiste en fundir piezas de vidrio de diferentes colores, tamaños y texturas a temperaturas cercanas a los 800°C.
Estilísticamente, las obras de Isabelle recuerdan al puntillismo; de cerca, parecen ensamblajes abstractos de puntos de vidrio de colores, pero a distancia se funden en retratos dramáticos y precisos. Esta técnica le permite crear efectos ópticos sorprendentes, capturando la interacción dinámica de la luz y el color. Así, según la perspectiva del espectador, sus obras aparecen a veces como imágenes en blanco y negro y otras como vivos retratos.
El proceso creativo de Isabelle Scheltjens para sus retratos en vidrio
Isabelle Scheltjens comienza la creación de cada retrato con una fase de diseño, basada en una imagen detallada o un boceto que suele hacer ella misma. También puede organizar una sesión fotográfica en su estudio para captar la pose, el aspecto y la expresión ideales de sus modelos. A continuación, el proceso de construcción del retrato en vidrio se lleva a cabo bloque a bloque, un método que requiere gran meticulosidad. Scheltjens suele trabajar en cinco o seis retratos simultáneamente, lo que le permite apartar temporalmente una obra si no consigue el resultado deseado.
Naturalmente, la creación de estas obras es un proceso largo y exigente. Scheltjens, que se describe a sí misma como una persona muy paciente, ensambla cada bloque a partir de dos o tres capas de vidrio cortado a mano. Cada pieza se coloca meticulosamente antes de cocer el conjunto a unos 800 grados. Cuando los bloques se funden, comienza la delicada fase de ajuste, a menudo observando su trabajo desde una escalera de mano para evaluar y ajustar mejor la obra.
Cuando se le pregunta por la singularidad de su técnica, Scheltjens explica que, si bien la vitrofusión es un método antiguo, su aplicación específica a la creación de retratos es única. Desarrolló y perfeccionó este método tras mucha investigación y experimentación, ya que la vitrofusión implica combinar tipos de vidrio con diferentes coeficientes de dilatación, una compleja síntesis de aspectos artísticos y técnicos que al principio fue un proceso de ensayo y error.
Una visión artística única
Aunque Isabelle Scheltjens es más conocida por sus retratos de mujeres, le sorprenderá saber que este enfoque no es intencionado: «Simplemente sucedió. También he hecho retratos de hombres, pero suelen ser grandes iconos», explica. Es más, la artista suele desarrollar sus propias ideas mientras acepta encargos que la llevan a crear retratos personalizados. «Siempre disfruto creando un retrato personalizado: ver al destinatario contento con el resultado me produce una enorme satisfacción. Pero, por supuesto, como artista, soy más libre cuando me dejan hacer lo que quiero. Y la libertad es una alegría, ¿no?», ríe.
La fusión del vidrio, que combina creatividad y habilidad técnica, es esencial en el método de Scheltjens. Se considera una puntillista moderna: «Engañar al ojo humano, por así decirlo, siempre me ha intrigado. Un puntillista utiliza puntos de pintura uno al lado del otro para crear una mezcla de colores; yo utilizo diferentes colores de vidrio uno encima del otro para crear mi mezcla de colores. Desde lejos, nuestros ojos mezclan estos colores casi como lo haría una máquina».
Cuando se trata de retratos personalizados, Scheltjens ha trabajado para clientes famosos respetando su intimidad. Cita el ejemplo de Kevin De Bruyne, que encargó un retrato para su esposa Michèle con motivo de su aniversario de boda. Otras celebridades, como Valérie e incluso el Rey de Marruecos, Mohammed VI, también han recurrido a sus servicios, habiendo adquirido este último varias de sus obras en París.